En nuestra vida diaria organizamos el día en diferentes partes: trabajar, comer y descansar.
Las horas dedicadas al trabajo son 8 horas diarias. Antes, mientras y después del trabajo dedicamos unas horas a la alimentación del cuerpo, con la cual regeneramos las energías durante el día.
Muchos de nosotros dedicamos unos minutos después de la comida a la típica siesta. A los que no lo hacen porque no pueden o no quieren, les aconsejaríamos que lo hicieran, entre 15 y 45 minutos.
La regeneración del cuerpo debe ser total durante las ocho horas del descanso nocturno. Durante estas horas la habitación donde dormimos debería ser completamente oscura, debería estar en una temperatura adecuada, ni calor ni frío, bien ventilada, libre de aparatos electrónicos y campos magnéticos.
Todas estas condiciones están muy bien pero son incompletas. El elemento principal de la habitación es la cama y su pieza estrella es el colchón.
Un buen colchón es el que se adapta al contorno del cuerpo, independientemente del peso de este. Un buen colchón es el que permite que las partes más sensibles y sobresalientes de nuestro cuerpo (cadera y hombros) se hundan con facilidad y así alinear la columna vertebral. De esta forma evitamos que haya puntos de presión.